Repression of Life, Expression of Dead

Today I saw Mr. John kill someone.
I saw exactly how it happened,
as everyone at the bar.

I’ve been hearing what they are telling to the police:
“John entered and shot him in the head,
after that , he shoot himself.”

That isn’t my side of the story,
not what my old eyes looked.
It wasn’t as simple as that.

There was a man,
Mr. John is how he was called;
he had a wife, and he hate her deeply.

People say: “Behind a great man, there is even a better woman.”}
But I say: “Behind a regular guy,
there is a deceiver.

John was a regular guy,
with Muriel his wife,
a deceiver.

John used to sing,
to paint.
To talk.

Mr. John can’t sing,
paint or
talk.

John was like my brother,
was the best man at my wedding
and my baby doll’s godfather.

He used to laugh,
to live,
he used to exist…

until her.

She does sing,
paint and
talk, but

she sings the shouts,
paint black and white,
and talk non-sense.

That is Muriel,
Mr. John’s wife,
the deceiver.

I guess everyone needs it,
I suppose he looked for it.
I know he found it.

Everyone need a life,
there are times when we just have a way,
sometimes the most desperate.

He took his shotgun,
and saw Muriel directly in her eyes,
just to let her know what he lose;

he went out
and look for Muriel’s dad
just to let him know;

he found it at the bar,
the deceiver’s creator.
He didn’t thought it twice, and shoot him.

I guess everyone needs it,
and we need to look for it,
when you find it, is when you’ll know you’re alive.

Mr. John heard the music of caps falling.
He saw the color, in the blood.
He finally talked, through the shotgun;

so let me correct what they say it happened:
“Mr. John entered and shot him,
after that, John shoot himself;

finally Mr. John, the deceiver’s husband,
was dead,
although,


my great friend,
John,
was brought back from the dead, and believe me:

He was alive.

Naturaleza de Mujer

Me he dado cuenta. Percaté lo que sientes y miré tu dolor. Observando tu montaje escénico de estrellas pensé en la belleza de tu piel y después, tu reproche exclamaste. Ventanales sonoros revolcaron mi sosiego, tus gritos agudos de dolor resaltaban y golpeaban mi escuchar; reclamabas. Gritabas por todo lo que te hemos dejado: llagas por incendios y cicatrices por la economía. Aparentemente representante de los hombres me convertí y ante tu reproche, silencio tuve que guardar.

Grandes diluvios arrojaste; tus lágrimas buscando un por qué, arrasaban con las grandes ciudades que diario te lastimaban. Suspiros y dolor tuyo golpeaban mi cuerpo en pequeños mililitros de amargura; fríos y solitarios mililitros los que reclamaban esa soledad. Convirtiéndose en granizo rompían mi piel, abriéndola en sangre.

Sentí tu lejanía, quise confortarte, sin embargo realicé que no sabía cómo; a pesar del tiempo que me has cuidado, no te conocía, ignoraba lo que fuiste para mí y así tuve que seguir pasos atrás de ti, sin palabras de consuelo.

Nieve comenzó a caer, cubriéndonos a nosotros ignorantes, y pensé en todo ese frío que guardaste desde siglos atrás, toda esa soledad. En ira estallaste, y abriendo suelos y calcinando con grandes relámpagos te vengaste; físico y en guardia te defendiste, como mujer cuya dignidad fue arrebatada, respondiste.

Con tus mares sepultaste nuestra historia, una que escribimos con sangre, un relato que al final no habló de los logros de los hombres, sino del maltrato a una mujer que nunca fue comprendida, hasta hoy.

Mi Libro Firmado Con Tu Nombre

En cada gota de agua,
cada nube en el cielo:
te encuentro.

Dentro de esta soledad
te veo parada junto a mí,
caminas como soldado y mi corazón tu patria.

Después de tantas vueltas al reloj sigues aquí.
No sé quién soy,
desconozco esas aptitudes que vez,

no imagino porqué me amas tanto,
¿Qué viste en mí?
Como para hacerme saber que por mí darías la vida.

Más de lo que una bala puede llegar,
has entrado tú,
hasta el fondo de mi alma.

Esas caricias que me das,
son con lo que hallo el sentimiento
de entrega.

Cuando te miro lo sé.
Sé que me amas,
sé que darías todo.

La imagen de ti grabada en mi mente,
me conforta,
porqué me doy cuenta que existo.

Quisiera el mundo darte, sin embargo me ignora,
lo único que tengo para ti
es lo que soy.

Te doy mis acciones: “Te quiero.”
Te doy mi vida: “Te amo.”
Te doy mi soñar: “Te adoro.”

Tu que me quitaste la tierra
y me cubriste en algodón,
abriste el libro de mi historia.

Y a partir de ahora, tú lo escribirás.