¡Ya! Déjame morir,
deja que huya y busque algo más
ponme tu frente y no tu espalda.
Harto estoy de tu desprecio,
¡Mírame a los ojos!
Háblame con tus labios.
Yo no sé como verte o escucharte,
si no me miras, ni me hablas.
Busco amor y te doy igual;
busco igual y no me das,
te doy y lo arrojas a un hoyo sin fondo
y salto por ti a una cama de piedras afiladas.
¿Dónde está el amor?
Lo escondiste por miedo, ¿O por antojo?
¡Prefiero la muerte!
Quien de mí, busca más.
Tú, ni la superficie de mi pasión rascas.
Ya no estoy siquiera seguro de tenerla.
¡Harto estoy de tu desprecio!
Tu sombra, el maldito lunar de tu espalda;
son ellos quienes cariño me tienen.
No tu corazón, no el brillo de tus ojos
sino esa figura uniforme, tu muro de lamentos,
quien me habla y me mira.
A mi lágrima, tu sudor,
a mi sonrisa, tu codo
a mis ojos, tus tobillos,
a mi pasión, ¡Tu esencia podrida!
Sólo entablo conversación con tu nuca,
con tu lunar, la verruga maldita.
Ya no puedo, ya no quiero.
Necesito tu frente, tu rostro.
Si para hablarme, tienes que gritar, ¡Hazlo!
Si para besarme, tienes que morder, hazlo también.
Pero tu frente, ¡Dame tu frente!
Necesito, tan siquiera, darte igual.
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